Poco a poco voy dejando el lugar de trabajo que he ocupado durante estos 11 meses y 3 días. Dicho así suena como una pena de cárcel y en muchos momentos así lo he sentido.
Pero conforme me voy yendo y hablo con la gente con la que he trabajado más estrechamente, todo toma una nueva perspectiva. Veo lo que no había visto hasta ahora: una jefa comprensiva, un director general consciente de las limitaciones que una empresa de estas características impone a una persona como yo, unas compañeras que me miran con pena, otras indiferentes y otras con envidia (ya van 2 que me piden si las puedo enchufar en el otro curro).
Sinceramente creo que el problema estuvo al principio: un proceso de selección chapucero y hecho con prisas, falta de definición del puesto de trabajo y un "equívoco" (prefiero pensarlo así) en el sueldo que se prometió. En fin, mi cabreo inicial y mi ofuscación por dicha situación dieron lugar a que, por una parte, me cerrara en banda y, por otra, a unas ganas terribles de salir de aquí.
Y lo he conseguido. El 8 de octubre empiezo un nuevo trabajo, lo que casi significa una nueva vida. Vuelvo al periodismo, pero ahora tengo mucho más claro lo que quiero y lo que puedo hacer.
En fin, he aprendido.
viernes, 28 de septiembre de 2007
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