Identifíquese

Triste, tristísimo. La verdad es que no se puede decir que haya empezado precisamente con buen pie este blog. Hoy, tras muchos días comiéndome la cabeza y peleándome con google he conseguido acceder a mi cuenta de blog y publicar este post. No lo he podido hacer antes porque... ¡no recordaba el "usuario" ni la "contraseña"!! Pero este fenómeno, llámese "olvido de password", es muy usual en mí (y seguro que en más gente) dado la gran cantidad de identificaciones que necesitamos para todo:

-Para entrar en tu propio blog.

-Para entrar en tu/s cuenta/s de e-mail (aunque si tienes más de 2 normalmente pones la misma contraseña o le das a ese botoncito tan útil que te pregunta si quieres que el ordenador te la recuerde cada vez que intentes entrar en la cuenta... ¡ay, qué máquina más lista!)

-Para entrar en tu cuenta naranja virtual evidentemente necesitas una contraseña, y no digamos si se te ocurre hacer una transferencia porque entonces la siguiente pregunta es, ¿dónde está la tarjeta de coordenadas?

- Para comprar en tiendas virtuales de todo tipo y llenar el "carrito de la compra". (En esto el experto es Pinx, ya que 3 de cada 4 piezas de ropa que se ha comprado en los últimos 2 meses provienen del espacio virtual... Todavía no le han llegado a casa pero estoy segura de que cuando lo hagan la talla no será la correcta).

- Para leer tu diario favorito por Internet. Sí, también para esto necesitas tu contraseña porque, ahhh, siii, hay algunas páginas "en abierto" a las que todo el mundo puede acceder pero hay otras muchas que sólo se pueden leer si tienes la tan preciada "contraseña". Otra modalidad dentro de esta variante es la de dejarte leer el título y la entradilla de la noticia y cuando intentas acceder a la totalidad del texto... ahí está la barrrera!! Es decir, te ponen la miel en los labios y luego te echan un vaso de agua fría.

- Y así un laaaaaargggoooo etcétera. Porque no digamos si unimos todas estas contraseñas a las de nuestras tarjetas de crédito, libretas de ahorro, código de entrada a nuestro lugar (físico) de trabajo, usuario y contraseña para nuestro ordenador del trabajo (uno para el Lotus, otro para el programa que "controla" cuando entras y cuando sales, otro para el programa de gestión de masters y posgrados de la empresa, etc. etc.).

Todas las soluciones que se me ocurren para superar mi falta de memoria no son buenas porque requiere, de una u otra manera, tener memoria para recordar dónde apuntaste las contraseñas. Así que lo mejor que se me ocurre es 1) poner las mismas contraseñas a todo (cosa que, sin duda, acabaré haciendo), 2) seguir esperando a que desde la web en cuestión me envíen un e-mail recordándome por enésima vez mi contraseña.